Era una persona huraña, al igual que la sonrisa de una llama. Con el corazón vacío, tan vacío que parecía la zona cero después del 11S. Era un hombre errante, como las gaviotas por el aire, y se encontraba perdido, como un fular en el armario de un rico.
Como de costumbre ahogaba sus penas tras la barra de un bar, pues una vez más, aquel hombre estaba triste, como los ojos de un niño cuando pierde al "parchís". Lo veía todo negro, como la suela del pie de un vagabundo.
De pronto, una mujer se acercó a él y le susurró algo al oído. Él se volvió inquieto, como un zapato de claqué; y absurdo, como si fuera un payaso tocando una trompeta en medio de un funeral.
La mujer le cogió de la mano y le condujo a un lugar oscuro, al igual que la sombra de su cuerpo. El hombre se sintió violento, como el mar en la tormenta. Sus labios primero se rozaron, luego se unieron, y finalmente se apretaron sin afán alguno de separarse.
Él se volvió febril, como una "fan" en un concierto. Pero aquello duró poco, pues ella desapareció difuminándose entre las sombras.
Había sido un beso amargo, como el sabor que viene tras el tequila, y confuso, como el despertar de un borracho tras una noche de fiesta.
El hombre se sintió inútil, como un lloro tras la derrota, y quemado, como el corazón de una fulana. Pues aquello que esa noche le había ocurrido, era tan extraño como el olor de la tierra después de un naufragio.
1 comentario:
Hola guapa, me ha gustado mucho, una grata sorpresa,espero con ansia tus siguientes relatos
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